lunes, 27 de mayo de 2013

HAIYU

Desierto del Sahara, 25 de mayo de 1199

-¿Te beberías ahora mismo el río Ebro, eh, Sancho?

-¡Más respeto, Pedro, que a pesar de estar tan lejos de casa sigo siendo tu rey!

-Como queráis, don Sancho VII, ¿así os parece mejor?

-No lo entiendo, todos estamos muertos de sed en medio de este secarral, y tú parece como si toda tu vida hubieras andado a lomos de estos condenados camellos que nos están moliendo los riñones.

-Digamos que los respeto tanto como a vos, y ellos sin duda lo notan...

-¡Cuidado con esa lengua! 

-Tenéis razón una vez más, don Sancho: si hubiese mantenido la boca cerrada no estaría hoy aquí, sino probablemente  tumbado a la sombra de un roble en mi Lizarraga de Izagaondoa natal. Pero como no lo hice, sino que  preferí intentar poner coto a vuestros regios abusos convirtiéndome en buruzagi de la Junta de Infanzones de Obanos, vos me condenasteis a muerte, y en el último momento me indultasteis a condición de que engrosara vuestra expedición a Marruecos

-Lo hice en atención a nuestra vieja amistad y a las dos veces que me salvaste la vida luchando en Aquitania contra los franceses. Pero ya me estoy arrepintiendo, que no paro de recibir quejas sobre vuestro comportamiento por parte de los representantes del sultán en nuestra hueste.

-¿Quién ha protestado, el visir Hakeem-al-Nasir? Es simplemente uno más de los aduladores que medran a la sombra de su despreciable sultán.Todo lo que os cuente es tan mentira como lo que nos dijeron sobre los saharauis, que no son la tribu rebelde de la que nos hablaron, sino un pueblo distinto y orgulloso además de serlo.

-No hemos venido hasta este infierno para mediar entre los infieles, sino para obtener de uno de ellos -ese que llamas "despreciable sultán"- los recursos que nos permitirán luego defender Navarra de sus poderosos enemigos. Una de las misiones que se me ha encomendado es combatir a esos saharauis, y no dudaré en hacerlo, pienses lo que pienses.

-Sí, los intereses de los tiranos siempre acaban convergiendo.

-¿Me estás comparando con el sultán?

-Y lo seguiré haciendo mientras os comportéis igual que él. Mientras los Infanzones servimos a vuestros propósitos y mantuvimos a raya a los Ricoshombres que tantos problemas os causaban, bien que promovíais nuestras reuniones, pero cuando quisimos además frenar vuestra desmesurada codicia y vuestra afición a subir desmesuradamente los diezmos e impuestos, no dudasteis en perseguirnos con saña. 

-¡Tan solo me atuve a la ley!

-¿Qué ley, la que vos mismo dictabais a vuestro capricho, obviando todos los Fueros y Privilegios concedidos a cada población de Navarra por vuestros antecesores? Ojalá quien os suceda acceda de una vez a poner todos ellos por escrito, para que ningún monarca más pueda hacer lo que le plazca alegando ese vacío legal.

-Lo dudo: bien iluso sería un rey si aceptase semejante propuesta. Y lo mismo opino sobre vuestro pomposo lema: "PRO LIBERTATE PATRIA, GENS LIBERA STATE -Para que la patria sea libre, la gente debe serlo también-". Te digo que antes se cubrirá este desierto de rosas, que un soberano que se tenga por tal refrende semejante divisa. 

-Bueno, sin ánimo de molestaros, lo cierto es que para la buena marcha del mundo considero mucho más necesarias las rosas que los reyes, así que os avisaré cuando estas arenas florezcan.

-¡Basta de cháchara, Pedro! Mira al visir: debe estar pensando que soy incapaz de mantener mi autoridad sobre mis propios hombres. 

-Y pensará bien, don Sancho, que yo no soy hombre ni vuestro ni de nadie. Y en eso coincido con esos saharauis a los que vuestro contrato nos obliga a masacrar. 

-No es nada personal, Pedro,sólo son negocios.

-Una excusa verdaderamente miserable, don Sancho. Me gustabais más cuando os jugabais el tipo por vuestros hombres en el Languedoc.  Sin embargo yo no estoy obligado a nada. Me trajisteis aquí obligado, y hasta quizás esperando que alguna flecha perdida os librase de mí. Pues os daré el gusto, y ya que luchando en el bando más débil siempre hay más posibilidades de morir, os anuncio que ahora mismo me paso con armas y bagajes a defender a esos saharauis que os pagan por eliminar. Bien mirado, el lema de los Infazones de Obanos que tanto os maravilla podrá aplicarse también a ellos con mucha razón. 


-¡Ejecutad ahora mismo a este traidor!

-Don Hakeem, cuando esteis en mi hueste, limitaos a sugerir ¡Aquí sólo mando yo!

-Pues no lo parece, don Sancho !Si vos no matáis a este perro lo haré yo mismo con mi alfanje!

-Tenéis razón: sólo a mí me corresponde imponer el orden ¡Traed mi maza! Y tú, Pedro, ¡arrodíllate y agacha la cabeza!

-Ya os lo dije: los tiranos siempre terminan coincidiendo. Triste papel para un rey el de acabar convertido en verdugo ¿Pero qué...?

-¿Ahora vas a venirme con remilgos, Pedro? Levanta tu testaruda cabeza y comprueba que eso que te ha salpicado sólo son los sesos del visir Hakeem, y piensa que ya tuviste que limpiarte los de muchos otros aquella vez en Loches...

-¿Pero por qué?

-Quizás porque nunca he sido tan malo como piensas, Pedro. O quizás porque así estamos definitivamente en paz: tú me salvaste la vida dos veces, y otras dos veces te la he salvado yo. O quizás simplemente porque estoy aquí para intentar mantener la independencia de mi pueblo, no para acabar con la de ningún otro. Creas lo que creas de mí, siempre preferiré que la Historia me recuerde por romper unas cadenas y no por esclavizar a nadie con ellas.  



-¿Y qué le diréis al sultán?

-Que los saharauis nos sorprendieron porque ahora tienen un jefe temible: el valeroso Al-Lizarragh. Y que hará bien en cuidarse de vosotros de aquí en adelante...

-Son un pueblo pobre, pero no quieren olvidar vuestro gesto, y por ello a partir de  este instante añadirán a su bandera vuestro emblema de la media luna y la estrella, el mismo que ya campea en vuestras monedas. 
Y esperemos que bajo ese benéfico y nocturno influjo, cubran las rosas de una vez este desierto, que os digo en verdad que no hay pueblo que merezca con más justicia formar parte del catálogo de las naciones que el saharaui... 




Y fue escrita esta historia para unirme de todo corazón a la conmemoración del cuarenta aniversario de la constante y sobre todo dignísima lucha del Frente Polisario para conseguir la libertad del Sahara Occidental.  






© Mikel Zuza Viniegra, 2013